Salí de mi casa con la idea de que iba a
volver a ser la misma mierda, pero en otro día. Sé qué pensarán que todo lo que
ocurre es culpa mía y porque yo así lo dispongo. Puede ser cierto, como la
posibilidad de que no. Ahí iba yo saliendo del carro de mi madre, con un
pantalón que para nada me ha gustado, no sé ni porque lo compre, el color es de
muy mal gusto, pero en fin. Una blusa blanca, sin nada abajo más que un sostén,
un poco de transparencia, nada fuera de lo normal. Para quien me conozca y para
quien no, (por lo visto durante mi trayecto a la escuela) era de asombro. Igual
me vale una reverenda madre.
Subí al transporte con mis audífonos y creo
recordar la canción del momento, que era algo de Kings of Leon. Esperé a
propósito ese camión, era el que rodea más y para el tipo de vida que decidí
llevar ahora, era el mejor para perder tiempo. Llegue a mi destino con el
tiempo exactamente calculado, corrí entre las personas y entre mi recorrido
encontré a unos viejos amigos, al parecer a Lucía se le había roto la sandalia
y su novio “el vega” se le ocurrió darle una cinta adhesiva para que los pegará
y poder llegar “sanos y salvos” a donde iban a ir (Muy probable, era el centro
de la ciudad). Los salude e intercambiamos palabras para quedarnos de ver, junto
con otros amigos, el próximo fin de semana, ya saben un poco de alcohol y
buenos amigos no se pueden negar, al menos yo no lo puedo hacer.
Después de la interrupción a mi destino
final, continué. Debo decir que al tomar la decisión de lo que haría en estos
días, disfruto más del paisaje que se me presenta alrededor, procuró poner la
mayor atención y no descuidar ningún detalle. No porque en verdad lo quiera
hacer, sino que se ha vuelto de mi naturaleza, admirar todo. Y no es para
menos, un bonito recorrido entre árboles a todo mundo lo llena de vida, sino es
así, no sé qué clase de ser alegre sea.
Llegue al lugar donde paso mis días, el
recepcionista centra su mirada en mí, como si por dentro supiera lo que hago,
alguien debió decirle que estoy gastando mis días. Sin embargo no dice nada,
solo me ve. A su lado un joven, muy guapo por cierto, que luego lo ayuda, se ve
que es para terminar su servicio social, él también me sigue con la mirada.
Llego a mi lugar de siempre, abro mi computadora busco terminar el libro que ha
cambiado mis días…
¡Lo he terminado! He sentido un alivio por
haber concluido con un libro de esa magnitud, por otro lado, siento una
pesadez, una ligera tristeza de que tengo información que no sé qué haré con
ella. Me puso mal saber que eso se había acabado. Una semana me basto para
devorarme ese pequeño monstruo.
Buscó otro libro, de algo me tengo que
entretener… Veo la hora, esta vez mi padre vendrá por mí, el plan es más fácil
de llevar, mando un mensaje a su celular y le comento donde recogerme, él
accede. Solo salgo y espero su llegada, mientras tanto me pongo a ver los
carros pasar frente a mí. Sus luces encandilan, pero sé que hay algo que
quieren decirme ¿Qué será? Pronto lo sabré…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario