Pocas son las canciones que me hacen vibrar,
que me hacen querer llorar. Pero ese día, no sé si fue el suceso que había
pasado donde él había llegado con su semblante de arrogante y que no quería
estar ahí o que tenía cosas que decirle y las había reprimido, o simplemente
porque la voz de la persona que cantaba, aparte de tenerla a centímetros, era
angelical y la canción que entonaba era un éxtasis profundo.
Pero entre las cervezas, el humo, las
personas, el ambiente cálido: Yo quería llorar, quería llorar a cantaros y
quería que todos lo notaran, quería que pusieran atención al acto que iba a
proceder, pero quería que nadie me dijera nada. Quería ser amada como odiada.
Solo quería ser.
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