Llego el tan afamado viernes, todo el día en
la escuela, leyendo y sufriendo de gripe. Recibo el mensaje de una amiga:
Tania, me dice que va a salir con su ex novio y que irá Fernando con ellos,
debo decir que eso hizo que algo de mi alma muerta, despertará entre todos esos
cubículos donde me encontraba, me sentí viva y amada más que todos los que me
rodeaban.
La historia de Fernando y yo es tan cómica y
carece de sentido alguno. Nos conocimos a la mala, para no hacer el cuento más
largo, a la segunda cita ya nos habíamos acostado. Era guapo, de muy buen ver.
Pero su cabeza era vacía, me dirán: ¿qué es lo que te llamo la atención de
alguien así? Ni yo lo sé. “Teníamos” una “relación” de amigos, de esos amigos
que comparten cuerpos unas horas y al terminar se despiden como desconocidos…
éramos de esos amigos. Todo había funcionado bien en dos años, decir dos años
hasta a mí me pesa. Pero había algo que en los últimos meses no habíamos
solucionado, todo parecía tan “surreal”, que por un momento pude llegar a pensar
que en verdad nos gustábamos, qué había un futuro dentro de ese desmadre. Pero
no fue así, no había terminado, pero ya no era igual ¿Por qué? No lo sé, es
algo que aún no logro explicarme.
Hice todo lo posible para ese día ir con
ellos, llegue a mi casa peleé con mis padres unos momentos, pero al final
conseguí salirme con la mía. Llegue temprano como era de costumbre, iba con mi
pelo alborotado, sin ganas por haber estado todo el día en la biblioteca… Pero
con el estómago hecho una mierda. Espere unos 15 minutos y llegaron, me
saludaron y quería abrazarlo, besarlo y decirle que estaba feliz de verlo, pero
no fue así ni siquiera me atreví a darle los ojos.
Caminamos a un bar… Debo confesar que
mientras escribo esto, lo hago con el ánimo más arrastrado, no es algo que
quiero recordar, no me enorgullece. Caminamos al bar cruzando la calle, era un
buen lugar, eso me ponía un poco contenta, saber que iba a escuchar buena
música por lo menos. Todo estaba tan callado, sentía su mirada y sus ánimos por
hablarme, pero lo sentía hipócrita. Después de un tarro grande de cerveza
obscura, las palabras salían sin que yo las pudiera detener. Nuestra “relación”
es de amor apache, el me trata mal, yo
lo trato mal, pero ahí estábamos besándonos.
De algo si estaban todos seguros, él se
estaba portando como un imbécil y yo lo merecía, en verdad que lo merecía. Al
ver su trato toda la noche, también me puse en mis ánimos de idiota y juntos
hicimos un “caos”. Al final, después de varias cervezas, tenía que vomitar, se
me había subido, lo único en mi estómago era un plátano, un café y una barra
nutritiva tomada aproximadamente a las 10 am. Fui al baño y me quede un buen
rato, según las malas lenguas fue una hora, lo dudo. Por fin salí y lo vi sólo,
ya se habían ido los otros y quedábamos los otros, le dije como excusa y no
ponerme en evidencia que imaginaba que mi amiga estaba en el baño y que ella
era la que no salía. Al parecer la creyó. Quiero hacer remembranza de todo lo
que me dijo, pero no recuerdo. Debí haber estado muy ebria, pero debo confesar
que 2 o 3 momentos si estuve a punto de soltar mis lágrimas… Ya sabrán que
habremos discutido....
En los minutos a despedirnos, yo lo
aborrecía, me quería ir, no quería verlo y se lo hacía saber, pero él me besaba
¿Qué más podía hacer? Llego mi madre, salí corriendo y no volteé para nada.
Subí al coche y me desvanecí entre las nubes y con ello su recuerdo.
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