miércoles, 24 de septiembre de 2014

Tan tuya, tan mío, tan de nadie...

¿Te encuentras ahí? ¿Todavía me escuchas? ¿Puedes ver lo que yo veo?
Ya no te siento, estas lejos. Qué fue del hombre aquel que con sus cálidas manos arroparon mi alma y secaron el mar de mis ojos. ¿Lo puedes ver? ¿Sabes cuál fue su destino?
Nunca hubo sentido en nosotros: no había pasado, presente ni futuro… Somos almas destinadas a la basura y como tal, dentro de todo el revoltijo, nos transformamos. ¿Me sigues? ¿Sabes a lo qué me refiero? Fuimos el clásico cliché del cine, somos la mierda del siglo.
Dile a tu hermano que deje de interferir, la carta es para ti. ¿Cómo lo sé? Siempre estuvo ahí. Déjame explicar paso a paso cómo fue nuestro fracaso, deja envolverte por última vez en el mundo de las letras. Vamos a situarnos en el azul de la calle Lindavista. ¿Crees poder decir basta?
Tu estas tan allá y yo tan aquí ¿Dónde encuentras consuelo? ¿Será acaso en el bar de la 6ta donde una cerveza, una aceituna y Jim Morrison nos dieron noches de amargura? ¿Es arriesgado regresar? El tiempo no existe en nosotros, todo lo que somos, no fue.


Tan tuya y tan mío. Tan para nadie.

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